UNA MALA RACHA

La depresión es algo más serio de lo que la gente se piensa.

No sabes qué te pasa, pero no paras de llorar en todo el día.

No tienes fuerza, ni siquiera, para levantarte de la cama.

Todo lo ves negro, difícil, sin solución.

Te duele la cabeza, el estómago, no tienes hambre, no tienes ganas de salir...

Intentas apoyarte en alguien, porque no sabes lo que te pasa, pero lo que sí sabes es que te pasa algo.

Cuando ves que no recibes apoyo, ya sea porque no tienen tiempo, o porque le restan importancia ("A mí también me pasa", "Fíjate en mi, yo también estaba cómo tú y haciendo "X" se me ha pasado") o, simplemente, no lo comprenden, te empiezas a rayar, empiezas a creer que eres flojo, o un quejica, o un vago...

No sales, no hablas, no te comunicas, te aíslas...Y luego viene lo último: pensar en el suicidio.

Porque no puedes más. Y ni siquiera, cuando dices que sólo quieres morirte, te creen.

"Es sólo una mala racha". UNA MALA RACHA.

Hasta que no he empezado a ir al psicólogo no lo sabía.

Por fin, por fin, sé lo que me pasa. Tengo depresión.

Y la depresión es algo más serio de lo que la gente se imagina. Es un desarreglo biológico, algo que mucha gente, yo entre ellas, no pensaba que era algo tan físico. No segregas ciertas hormonas y es lo que te lleva a ese estado. Algo así.

No eres flojo, ni débil, es que tu cuerpo y tu mente te dicen, no, perdón, te dicen no, TE GRITAN, que estás al borde del colapso, que como no cambies de vida, vas a petar.

Me alegra saber que la ruptura no es lo que me tiene así, sino que fue el detonante, la señal de alarma para que empezara, YA DE UNA PUTA VEZ, a cambiar de vida.

Llevo cuatro sesiones con la psicóloga tiradas a la basura. Estoy atascada.

Ella ha sido clara, no avanzamos porque lo primero que hay que tratar es la depresión, que, como ya he dicho, por fin sé que es. Y hasta que no salga de este pozo, no podemos echarle mano a los otros problemas, porque interfiere en todo.

Ella quiere que tome antidepresivos. Yo no quiero. Odio las pastillas. Cualquier cosa con forma de cápsula me repele, aunque sea de herbolario. No me gusta.

Afortunadamente hemos llegado a un acuerdo. Por lo visto, los médicos para tratar sus depresiones derivados del trabajo (justo lo que me pasa a mí) toman infusiones de hipérico. Vaya, en casa del herrero, cuchillo de palo....

Casualidades de la vida, cuando me fui de vacaciones a Granada el año pasado, me vine con un arsenal de hierbas, entre las cuales estaba el hipérico.

Llevo cinco días tomándolo y bueno, por lo pronto, no estoy llorando todo el puto día.

Algo es algo.

También estoy hablando un poco más, y me vienen menos pensamientos negativos a la cabeza.

Estoy en...cómo lo diría? En tablas.

No soy la alegría de la huerta, pero tampoco soy un alma en pena.

Como llevo diciendo, me aferro con uñas y dientes a lo poco que me da satisfacción: el deporte.

Ya no es porque quiera estar superbuena (que también) sino porque me impulsa a seguir con todo.

Si dejara las clases y el running, creedme, caería en picado sin remisión.

Ayer me di un chute de autoestima. Ya son tres "pantalones imposibles" que ya me puedo poner.

Sé que el peso no es un referente fiable, pero rozo con los dedos el 67Kg.

Estoy a tres kilos de mi meta.

Y pensar en esto, aunque parezca pueril, me hace sentir un poco mejor.

Sigo luchando para encontrarme bien, y mientras tanto, os pido perdón por estas entradas catastróficas.

Espero que más pronto que tarde, cambie la dirección del viento a mi favor.

Y si os encontráis en mi misma situación, POR FAVOR, pedid ayuda. En serio.

Gracias por estar ahí, que aunque no os conozca, os quiero.