viernes, 30 de enero de 2015

MIÉRCOLES, 28 DE ENERO DE 2015

Hoy va a ser una fecha que se grabará a fuego en mi memoria.
Todavía sigo asimilando la noticia, porque una cosa es tenerlo en cuenta, que sea una posibilidad...
Y otra cosa es que sea.
Al final mi jefe no ha aguantado y se ha muerto.
Así, sin más.
Lo irónico es que se ha muerto a consecuencia de una infección que se le originó en la válvula que le operaron hace unos meses.... Qué irónico que se muere cuando estábamos estudiando las enfermedades nosocomiales.

Estaba en clase de taichi cuando me enteré. Me tragué las lágrimas (no soy nada fan de las muestras públicas de emoción) y seguí la clase como si tal cosa.
Acabo las clases y me dispongo a volver a casa. Me pongo a correr y ya si, sin que nadie me vea, salen las lágrimas a borbotones, porque me parece injusto que se muera alguien como él, y no cualquier capullo que sobra en este mundo....Y justo cuando estoy pensando eso, le pego una patada a una cosa que emite un sonido peculiar, tan peculiar que me paro a ver qué es lo que he golpeado.
Y no os vais a creer lo que es: un llamador de ángeles.
Siempre pensaré que lo mandó él, para que no me olvide de todo lo que hablamos, para que siguiera lo que habíamos empezado y que recordara siempre que él siempre estaba de mi lado.
Él fue quién me recomendó una psicóloga, quién se volcó para ayudarme a estudiar y para recordarme que tengo mucho más valor del que me creo tener.
Tengo que buscarle una bonita cadena para poder ponérmelo, y la verdad, cuando lo hago sonar, me siento mejor, me hace recordar su voz, sus palabras, siempre interesantes porque era un grandísimo orador. Sabía de todo y tenía mi mismo sentido del humor, por lo que nos reíamos cada día de cualquier cosa.
Nunca regañaba,  siempre me hablaba con respeto, no parecía mi jefe, sinceramente. Todo lo pedía bien, y nunca tuve ninguna queja de mi trabajo, por lo que iba siempre contenta a trabajar.
Le encantaba mi tortilla de patatas, las natillas caseras y las magdalenas que de vez en cuando hacía: a mí me encanta cocinar postres, pero comérmelos no tanto. Así que éramos un tándem perfecto: yo cocinaba, él se lo comía.

Hoy, si hubiera estado vivo, tendría la tutoría semanal que haciamos, para avanzar en los estudios, programábamos para el día siguiente y luego me ponía a trabajar.
En vez de esto, estoy en mi casa con la extraña sensación de que me falta algo....

Estoy triste, pero estoy entera. Estaba mayor y enfermo y es mejor que se vaya así, rápido y sin sufrir apenas que no vivir como hizo mi abuela, cinco años vegetando hasta que se murió.
Me alegro de no llevarme un mal recuerdo, que siempre estará en mi mente vivo, no un montón de cenizas en una urna, no un cuerpo agonizante que se apaga poco a poco. No un cadáver.

Sé que es una entrada tristona, pero es lo mínimo que puedo hacer. Acordarme de él y mostraros, aunque sea un poco, a alguien que merecía la pena conocer, un ser humano noble de verdad.

3 comentarios:

  1. lo siento mucho guapa... quédate con todo lo que te enseñó

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  2. Vaya, cuánto lo siento... es doloroso a cualquier edad y en cualquier circunstancia, pero las enfermedades son crueles. Al menos vivió muchos años y ha dejado en ti muy buenos aprendizajes y recuerdos. Se ve que era muy buena persona :)
    Ánimos cielo.

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  3. Oyee no se si dios, pero yo si me he leido tu primera entrada!!! aunq no me acuerdo de cual era tu anterior blog, y encima, como no tienes cuadro de seguidores no se como seguir este.

    Siento mucho lo de tu jefe. El dolor es el mismo tengan 40 o 70 años, es un ser querido igual, una persona q dejo huella en tu vida, a la q echaras de menos.... permitete llorar todo lo q te de la gana.

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